La inversión sostenible ha dejado de ser una tendencia pasajera para consolidarse como un elemento clave en la estrategia financiera de miles de inversores. Más allá de las cifras, representa un compromiso con el medio ambiente y la sociedad sin sacrificar la rentabilidad.
España ha experimentado un auge notable en fondos ESG. Desde la implementación del SFDR en 2021, el patrimonio de estos fondos creció 131.170 millones de euros, alcanzando los 159.500 millones en la primera mitad de 2025 y superando los 169.978 millones en septiembre del mismo año.
En la primera mitad de 2025, el valor de estos fondos creció un 8,5%, consolidándose como una alternativa robusta al panorama tradicional. Este avance representa un crecimiento significativo del mercado sostenible, elevando la proporción de fondos sostenibles al 37,9% del total en junio, frente al 36,8% a cierre de 2024.
La normativa SFDR establece dos categorías principales: los fondos del artículo 8 y los del artículo 9. Mientras que los primeros suman 156.920 millones de euros, los más exigentes artículo 9 solo representan 2.580 millones. A junio de 2025 había 370 fondos registrados como artículo 8 y 21 como artículo 9, de un total de 1.555 fondos inscritos.
Según la metodología de Spainsif, las inversiones sostenibles se distribuyen en cuatro categorías:
El número de cuentas de inversores en fondos sostenibles supera los ocho millones, lo que equivale al 48,2% del total. Esta cifra refleja las experiencias positivas de inversores conscientes interesados en combinar la rentabilidad con un propósito de impacto.
Más allá del número de cuentas, la diversidad de edad y perfil muestra que inversores desde jóvenes ahorradores hasta patrimonios consolidados optan por carteras ESG.
La asignación por tipo de activo muestra un crecimiento sostenido en todas las categorías. Los fondos de renta fija ESG rondan los 70.000 millones de euros, con predominio de la deuda europea a largo plazo.
En marzo de 2025, los fondos de renta fija sostenibles sumaban cerca de 64.000 millones de euros, donde 31.627 millones correspondían a deuda euro largo plazo. La renta variable acumulaba más de 36.500 millones, destacando los 13.932 millones en mercados de EEUU.
Los fondos mixtos combinan renta fija y variable, sumando cerca de 26.000 millones en junio de 2025, con una diversificación que favorece la estabilidad y el crecimiento.
A pesar de una rentabilidad promedio del 0,8% en carteras indexadas ISR durante 2025, ligeramente inferior al rendimiento estándar, los datos a largo plazo revelan un panorama muy diferente.
Las rentabilidades acumuladas históricas superiores al promedio muestran un 46,6% para carteras sostenibles frente al 19,9% de los fondos tradicionales. Este diferencial de 26,7 puntos evidencia el valor de integrar criterios responsables en la gestión financiera.
La TAE anualizada de las carteras ISR alcanza el 4,4%, el doble de la media nacional, demostrando que la gestión de carteras con criterios ESG puede ofrecer resultados sólidos y sostenibles.
La investigación académica respalda estos datos. Una revisión del NYU Stern Center revela que el 58% de los estudios encuentra una relación positiva entre desempeño ESG y financiero, mientras solo el 8% reporta impactos negativos.
Este respaldo científico demuestra que la sostenibilidad no solo atiende a objetivos éticos, sino que aporta ventajas competitivas en el largo plazo.
El sector sostenible gana impulso gracias a un entorno normativo cada vez más exigente. Cerca del 85% de los profesionales prevé un aumento de activos bajo criterios ESG en los próximos dos años.
El impulso regulatorio europeo a la ISR crea un escenario de mayor transparencia, obligando a las entidades a reportar con rigor y favoreciendo la comparabilidad de productos.
Las entidades nacionales priorizan energías renovables, eficiencia energética y economía circular, mientras las internacionales incorporan biodiversidad y gestión del agua.
En el entorno empresarial, el 84% de las compañías españolas planea mantener o incrementar sus inversiones en sostenibilidad, motivadas por:
Además, las políticas de engagement y voto siguen siendo instrumentos clave para impulsar la sostenibilidad y fomentar prácticas responsables dentro de las empresas.
La integración de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno en la gestión de fondos responde tanto a la demanda de inversores como a los retos globales. Cada decisión financiera puede convertirse en un motor de cambio y sostenibilidad.
Invertir con conciencia es apostar por un legado que combine beneficios económicos con un impacto positivo en la sociedad y el planeta.
Referencias
